Han pasado unos días desde que Francisco Granados, ex secretario general del PP de Madrid y ex consejero de la Comunidad de Madrid dejó sus escaños de senador y de diputado en la Asamblea de Madrid del Partido Popular al saberse que había tenido una cuenta en Suiza con 1,5 millones de euros.
A estas alturas, estas noticias son casi rutinarias pero lo que más me ha llamado la atención ha sido la desfachatez, arrogancia y poca vergüenza de Granados en sus declaraciones, llegando a decir que no tenia que aferrarse al escaño porque tenia un empleo en la empresa privada. Entiendo que las personas se dedican a la política por muchos motivos y aunque, sinceramente, espero que haya algún político que lo haga porque realmente quiere una sociedad mejor y el bienestar de sus conciudadanos, los escándalos de los he hemos sido testigos en los últimos tiempos, me llevan a ser pesimista en este sentido.
Granados es, obviamente alguien que se dedicaba a la política por el poder y el puesto (o puestos) bien remunerados pero lo asombroso de este individuo ha sido, como he mencionado anteriormente, la arrogancia y la desfachatez de la que ha hecho gala en sus declaraciones. Por otra parte, tampoco me extraña porque aunque no conozco al individuo, si me crucé con el una vez. Yo entraba a un edificio de apartamentos y oficinas al final de la Calle de Castelló, esquina con María de Molina en Madrid. Había doble puerta de cristal y al abrir una de ellas, cedí el paso a alguien que salia del edificio, quien no se digno a decir gracias, ni siquiera hacer un gesto de agradecimiento. Lo han adivinado: se trataba de Granados. La verdad es que no lo reconocí hasta que se acercó. A mi la mala educación y la falta de educación cívica es algo que no aguanto - no puedo evitarlo - y levantando la voz le dije GRACIAS y añadí una coletilla sobre la falta de educación. Obviamente el individuo no se dio por aludido porque, me imagino, él no tenía porque "aferrarse" a unas normas básicas de civismo.