El título de esta entrada puede sonar algo anacrónico, ya que me estoy refiriendo a un documento del Siglo XIII cuando los Barones feudales ingleses y la iglesia impusieron al Rey Juan de Inglaterra el documento conocido como la "Magna Carta". Dicho documento, con el que los Barones consiguieron conservar sus privilegios y limitar el poder del monarca, fue la base para desarrollar la ley constitucional en el Reino Unido . También ha servido como fuente de inspiración de otras constituciones, incluida la de Estados Unidos.
Esta introducción me lleva a las recientes declaraciones de la portavoz del Consejo General del Poder Judicial, Gabriela Bravo, en relación a la imputación de Iñaki Urdangarin por fraude a la Administración y malversación de caudales públicos. Primero dijo que "no todos los imputados son iguales" y un par de días después dijo que sus palabras se habían malinterpretado y que efectivamente "todos los ciudadanos son iguales ante la ley" - en fin, le daremos el beneficio de la duda.
También se ha escrito mucho sobre el hecho de que la prensa y diferentes comentaristas ya han condenado al Sr. Urdangarin incluso antes de que haya declarado en el juicio que se sigue por las presuntos delitos. Desde aquí quiero dejar bien claro que acepto la presunción de inocencia del Sr. Indungarin y la de cualquier persona, pero lo que si parece probado es que efectivamente ha habido cierto trato de favor y ciertos episodios no muy claros. ¿Qué sabia la Casa Real, incluida la Infanta Cristina, sobre los negocios del Duque de Palma? ¿Fueron los negocios del Duque la razón de que el Rey pidiese a Cesar Alierta de Telefónica que emplease a su yerno y le enviase a EE.UU?
En palabras del Rey en su último discurso de Navidad: "Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la
ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un
Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y
sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos."
Efectivamente, la sociedad está reaccionando. Quizás sea hora de plantearnos que puede aportar la Monarquía a España a partir de ahora y empezar a pensar en otra "Magna Carta" en la que solo haya representantes elegidos cada cuatro años y que, a la vez, puedan ser reemplazados.
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